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domingo, 20 de junio de 2010

La recolección de agua de lluvia: pasado y presente

La recolección de agua de lluvia: pasado y presente
DURANTE milenios hemos utilizado la misma agua, reciclada de forma natural gracias a un ciclo que abarca la evaporación en tierra y mar, la formación de nubes y las precipitaciones. Este económico sistema nos proporciona el líquido elemento en abundancia para todos. Entonces, ¿por qué afrontamos gravísimas dificultades en este campo? ¿De qué soluciones disponemos? Tratemos estas cuestiones centrándonos en la situación que atraviesa la India.

Con una población que supera los 1.000 millones de almas, la India ve descender sus recursos hídricos a niveles muy peligrosos. ¿De dónde procede el agua de este país? En las regiones del extremo norte, los ríos se nutren en primavera con el deshielo de las nieves y los glaciares del Himalaya. Pero la mayor parte del subcontinente depende de las lluvias monzónicas que todos los años saturan la tierra seca, llenan pozos y lagos, y engruesan las corrientes que surcan el terreno. No obstante, en esta nación, los monzones son caprichosos, por lo que se han descrito como “uno de los fenómenos más exasperantes por su irregularidad”. Tanto es así que, “a pesar de avances tecnológicos como los satélites y las supercomputadoras [...], siguen siendo sumamente difíciles de predecir”.

Por lo general, la estación de las lluvias monzónicas dura tres o cuatro meses. Sin embargo, las precipitaciones no suelen caer de manera constante durante todo ese tiempo, sino en forma de aguaceros torrenciales. Como consecuencia, las represas se llenan y hay que abrirlas, y los ríos se desbordan, inundando campos y casas. Además, a causa de la industrialización y la urbanización, el país está cada vez más deforestado, de modo que no quedan suficientes árboles cuyas raíces retengan la valiosa lluvia y permitan que el agua penetre gradualmente en la tierra. Por esta razón, los torrentes arrastran consigo la capa superficial del terreno. Los estanques y lagos se llenan de cieno, con lo que pierden profundidad y almacenan menos agua. A efectos prácticos, se desperdicia gran parte de la preciosa lluvia.

Terminada la temporada lluviosa, el resto del año el Sol brilla a diario, de modo que por meses hace un calor sofocante. La tierra no tarda en secarse, y los campos se endurecen y agrietan. Muchos ríos caudalosos se convierten en meros arroyos que surcan un amplio lecho arenoso. Las cascadas desaparecen, y cada vez hay que excavar más hondo para llegar a los acuíferos, ya que baja el nivel de la capa freática. Si las precipitaciones han sido escasas, se produce sequía, lo que ocasiona malas cosechas, pérdida de ganado y migraciones del campo a la ciudad, las cuales agravan aún más los problemas de agua de los centros urbanos.
 
Pero no siempre ha sido así. En la antigüedad, los pueblos de toda la India sabían que no convenía depender en exclusiva de ríos y lagos, ya que estos se secaban al acabar las lluvias monzónicas. Por ello concibieron técnicas para recoger el agua pluvial donde caía, utilizarla para sus necesidades inmediatas y almacenarla.

Aún hace falta recolectar agua de lluvia

Cabría imaginar que, como la India utiliza técnicas modernas y posee un sinnúmero de represas y canales de riego, los antiguos sistemas de recolección de agua de lluvia ofrecen poco interés. Al fin y al cabo, la mayoría quedaron obsoletos al llegar el agua corriente a los hogares y localidades rurales. Pero existen causas de inquietud. Las megaconstrucciones de los últimos cincuenta años destinadas al aprovechamiento del agua no han logrado mantenerse al paso con las necesidades que plantea la explosión demográfica y los rápidos cambios de una sociedad mayoritariamente agrícola a otra de carácter industrial. En realidad, no queda suficiente agua para saciar la sed del país.

Hoy día, tanto ecologistas como autoridades responsables ven preciso recabar la colaboración ciudadana a fin de ahorrar recursos hídricos. Se fomenta la recolección de agua de lluvia en viviendas, fábricas, escuelas y cualquier otro lugar donde sea práctico almacenarla a pequeña escala. En muchas ciudades y estados ya es obligatorio construir los edificios con instalaciones destinadas a este fin.

Millones de litros caen en regiones donde el agua de lluvia no se canaliza ni almacena, sino que simplemente se evapora o va a parar al mar. Pero el principio que orienta la recolección de agua es recoger el agua donde caiga. En efecto, cada persona es responsable de recoger el agua pluvial. Además, a diferencia de la que brindan represas y canales, es totalmente gratis, por lo que no se convierte en una carga para los pobres.

Ejemplo digno de imitar

En la India ya hay muchas personas sensibilizadas que participan en la conservación del agua. Algunas hasta han recibido reconocimiento internacional, como Rajendra Singh, galardonado en 2001 con el prestigioso Premio Magsaysay al desarrollo comunitario. Singh creó una organización no gubernamental mediante la cual logró salvar el casi extinto río Aravari, en Rajastán. Su recuperación es sumamente provechosa, pues dicho estado alberga el 8% de la población nacional, pero solo dispone del 1% de los recursos hídricos del país. Durante quince años, el grupo de Singh plantó árboles y construyó 3.500 johads (cisternas tradicionales), con lo que ha mejorado la situación económica de los residentes rurales. Otros individuos también contribuyen a conservar el líquido elemento en una labor que pasa inadvertida a la mayoría, pero que les reporta la satisfacción de haber aportado su granito de arena.

Los empresarios también están viendo las ventajas de recolectar agua para complementar el abastecimiento de los centros urbanos. Este es el caso de un establecimiento industrial de las afueras de Bangalore, en el sur de la India, donde se ha instalado un económico sistema de captación de agua pluvial en techos. El agua que antes iba a parar a la carretera y se perdía ahora se conduce a un depósito con capacidad para 42.000 litros [10.000 galones]. En la temporada de las lluvias monzónicas se depuran 6.000 litros [1.300 galones] diarios de agua pluvial para limpiar los recipientes de comida y la cafetería de la fábrica. No se recurre para estos fines al suministro de la red municipal.

Tal vez parezcan resultados insignificantes. Ahora bien, imagínese que dispone de una cuenta bancaria en la que solo se ingresa dinero una vez al año. Usted tiene que ir sacando fondos de ella para cubrir sus necesidades cotidianas. Sin embargo, comienza a retirar más de lo que ingresa. Tarde o temprano terminará en números rojos. No obstante, si usted consigue trabajar algunos meses del año y el sueldo le permite sufragar los gastos del día a día, la cuenta puede recuperarse. Apliquemos este principio a la conservación del agua, teniendo presente que hay millones de ahorradores. Como reza el refrán, De muchos pocos se hace un mucho. ¿Y qué se consigue? Aumentar los recursos hídricos, elevar la capa freática, llenar los acuíferos y contar con una reserva para cuando se termine el agua de lluvia recolectada. Recordemos que el agua es un recurso limitado; cuando se acaba, no existe la opción de quedarse en números rojos.
 
Se recuperan antiguos métodos para recolectar agua de lluvia

CAPTACIÓN EN TECHOS. Método sencillo y económico. La techumbre levemente inclinada permite que el agua baje a los canales y luego descienda por unos tubos hasta tanques cilíndricos preparados para almacenarla. Una vez depurada —con filtros de tela metálica, arena, grava y carbón vegetal—, pasa a depósitos (a veces subterráneos) sellados para que no entre aire, luz ni materia orgánica; allí se le agrega alumbre para reducir la turbidez y polvo blanqueador para matar las bacterias. Ahora ya es apta para el riego, el llenado de las cisternas de los inodoros y el lavado de la ropa. También es posible potabilizarla. El sobrante puede recogerse en pozos o conducirse al subsuelo para reponer la capa freática. Es el método más habitual en las ciudades.

NAULAS. Represas formadas por muros de piedra que atraviesan una corriente. Para reducir la evaporación, suele plantarse en las orillas árboles de sombra, y para depurar el agua, es común añadirle plantas medicinales.

RAPATS. Pequeños depósitos de filtración construidos sobre suelo arenoso o rocoso a fin de almacenar agua de lluvia. Parte de esta se utiliza, mientras que la restante se filtra hasta los acuíferos y de ese modo nutre los pozos.

BHANDARAS. Tanques subterráneos que interceptan el agua de manantial y la canalizan hasta depósitos de almacenamiento para su uso en la ciudad.

QANATS. Pozos verticales en las regiones montañosas que captan el agua de lluvia y la llevan por canales subterráneos, valiéndose de la gravedad, hasta pozos de almacenaje situados lejos de allí.

TANQUES COMBINADOS. El agua de lluvia se conduce mediante canales hasta tanques que, al desbordarse, llenan otros situados en niveles inferiores.

g05 8/4

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